El cabello no es solo un elemento estético; de hecho, es un valioso indicador de salud, un reflejo de nuestros hábitos y una parte integral de nuestra identidad. Sin embargo, en la búsqueda de la melena perfecta, a menudo incurrimos en prácticas que, lejos de beneficiarnos, comprometen la integridad estructural de la fibra capilar y la salud del cuero cabelludo.
Cuidar el cabello de forma efectiva no siempre se trata de añadir más productos milagrosos, sino de eliminar activamente aquellos hábitos destructivos. Por esta razón, te daremos a conocer algunas de las prácticas y errores cruciales que debes evitar a toda costa para preservar la fuerza, el brillo y la vitalidad de tu cabello.
1. El mal uso del calor: El enemigo invisible
El calor excesivo es uno de los mayores agresores del cabello. Es lo que permite moldearlo rápidamente, pero también es el responsable de desnaturalizar las proteínas de la queratina y dañar la cutícula.
Lo que debes evitar:
- Aplicar herramientas térmicas (planchas, tenacillas) sin protector térmico. El protector térmico crea una barrera que minimiza el daño por calor, a veces reduciendo la transferencia de calor directo a la fibra. Sin esta capa, el agua dentro del tallo capilar se evapora rápidamente, creando burbujas que rompen la estructura interna, llevando a las temidas puntas abiertas, y al quiebre.
- Planchar el cabello húmedo. Relacionado con el punto anterior, pero con peores resultados. El agua hirviendo dentro de la corteza capilar provoca un daño instantáneo y severo, conocido como daño por burbujeo, que debilita permanentemente el cabello. El cabello debe estar completamente seco antes de usar este tipo de herramientas de calor extremo.
- Usar el secador de cabello en la máxima potencia y pegado a la cabeza. El calor directo e intenso deshidrata el cabello. Por esta razón, evita mantener el secador estático en un solo punto; mantén una distancia mínima de 15 a 20 centímetros y usa una temperatura media o fría para finalizar.
2. El daño mecánico: Fricción y tensión excesiva
La forma en que manejamos y manipulamos nuestro cabello a diario tiene un impacto acumulativo enorme, conocido como daño mecánico.
Lo que debes evitar:
- Frotar el cabello vigorosamente con la toalla. Después del lavado, el cabello mojado está en su estado más vulnerable porque la cutícula está hinchada y ligeramente levantada. Frotar con una toalla de algodón gruesa crea una fricción excesiva que levanta y desgarra la cutícula, provocando frizz, enredos y rotura. Sustituye esta práctica por un secado suave con una toalla de microfibra o una camiseta de algodón vieja, presionando suavemente para absorber el exceso de agua.
- Cepillar el cabello mojado con cepillos de cerdas duras. Nunca uses un cepillo de cerdas duras en cabello mojado. Evita el cepillado brusco de las puntas a la raíz. La manera correcta es, desenredar tu cabello con suavidad, de las puntas hacia arriba con un peine de dientes anchos o un cepillo diseñado específicamente para cabello mojado, aplicando antes un acondicionador sin enjuague.
- Peinados muy apretados. Colas de caballo, trenzas o moños extremadamente tensos ejercen una presión constante sobre el folículo piloso. Con el tiempo, esta tensión puede llevar a una condición conocida como alopecia por tracción, un tipo de pérdida de cabello permanente. Evita dormir con peinados tensos.
3. El exceso químico y la elección errónea de productos
Si bien los tratamientos químicos pueden transformar el look, el abuso o la mala aplicación son fuentes comunes de daño estructural, que tardarán mucho tiempo y esfuerzo en corregir y sanar el cabello.
Lo que debes evitar:
- Usar champús con sulfatos agresivos de forma constante. Los sulfatos son excelentes limpiadores, pero pueden ser demasiado eficaces. Evita su uso diario si tienes el cabello seco, teñido o rizado, ya que pueden despojar al cabello de sus aceites naturales y el color.
- Abusar de los tintes permanentes y los aclarados. Los procesos de decoloración o aclarado profundo debilitan el cabello, y pueden favorecer su quiebre. Evita realizar tratamientos químicos muy agresivos, como decoloraciones o permanentes muy seguidos. Siempre asegúrate de que el tratamiento lo realice un profesional cualificado que evalúe la salud de tu cabello.
- No enjuagar correctamente los productos. Los residuos de champú, acondicionador o mascarillas que quedan en el cuero cabelludo pueden irritar la piel, obstruir los folículos y causar caspa o dermatitis. Asegúrate de enjuagar con abundante agua hasta que el cabello esté completamente limpio.
4. La higiene y el cuidado del cuero cabelludo
Por lo general, al momento de lavado del cabello, nos concentramos en el tallo capilar, pero la base de un cabello sano es un cuero cabelludo equilibrado.
Lo que debes evitar:
- Lavar el cabello con agua extremadamente caliente. El agua caliente excesiva estimula la producción de sebo en las glándulas sebáceas del cuero cabelludo, lo que puede hacer que el cabello se engrase más rápido. Además, abre la cutícula del cabello, facilitando la pérdida de humedad y color. Usa agua tibia para lavar y agua fresca para el enjuague final, lo que ayuda a sellar la cutícula para un mayor brillo.
- Descuidar la limpieza del cepillo/utensilios. Los cepillos acumulan células muertas del cuero cabelludo, residuos de productos, aceites y polvo. Usar un cepillo sucio es reintroducir suciedad en un cabello recién lavado. Límpialos regularmente con agua y jabón suave.
- Ir a dormir con el cabello mojado. Esto crea un ambiente cálido y húmedo ideal para la proliferación de hongos, como los que causan la caspa, y bacterias en el cuero cabelludo. Además, la fricción del cabello mojado contra la almohada mientras duermes aumenta exponencialmente el riesgo de rotura.
5. Factores internos y estilo de vida
El cabello es un tejido no esencial, lo que significa que el cuerpo le asigna recursos solo después de que se han satisfecho las necesidades vitales.
Lo que debes evitar:
- Dietas restrictivas y falta de nutrientes esenciales. Para crecer fuerte, el cabello requiere proteínas, como la queratina; vitaminas, como la biotina y la D; y minerales como el hierro, zinc y ácidos grasos Omega-3. Evita las deficiencias nutricionales que pueden llevar al efluvio telógeno, más conocido como pérdida temporal de cabello, o a un crecimiento débil.
- Estrés crónico y falta de sueño. El estrés severo y la falta de descanso alteran el ciclo de crecimiento del cabello, empujando prematuramente los folículos a la fase de reposo y caída. Prioriza el manejo del estrés y el sueño de calidad para mantener un ciclo capilar saludable.
- Fumar. El tabaquismo afecta la circulación sanguínea, reduciendo el suministro de oxígeno y nutrientes a los folículos pilosos. También se ha relacionado con el envejecimiento prematuro del cabello y su adelgazamiento. Evita el consumo de tabaco.
El cuidado del cabello no se trata de una solución mágica, sino de una filosofía de prevención. Al eliminar los hábitos destructivos, como el calor sin protección, el daño mecánico, abusar del uso de los químicos y no proporcionar los nutrientes necesarios al cuerpo desde dentro, le das a tu cabello la oportunidad de sanar, fortalecerse y mostrar su mejor versión. La salud capilar es un compromiso a largo plazo de respeto y atención a las necesidades intrínsecas de tu melena.
Fuentes:
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